En
toda la extensa tradición judeo cristiana es esta familia que
tiene todo el rol protagonico en un momento historico donde el
pueblo hebreo era mas que un puñado de esclavos sometidos al poderosos
yugo Romano ,es mas el pueblito donde nacio el redendor y
propugnador del monoteismo en occidente era una comunidad apartada del
a urbe de jerusalem eso si el mencionado pueblito era cuna de los mas
grandes hombre que tuviera la civilización hebrea de allí su
importancia ,por otro lado el ambiente historico en el cual nace
jesucristo es un tanto tenebroso asi lo afirma la biblia y la
tradición historica y los datos referenciales de la epoca marca su
valor e importancia. Los primeros escritos cristianos mencionan los
nombres de los padres de Jesús y de algunos de sus hermanos. El carácter
judío y tradicional de estos nombres sirve para afirmar las raíces
judías de su familia. La mayor parte de las familias judías
contemporáneas de Jesús que vivían en Galilea habían emigrado a esa
región desde Judea dos o tres generaciones antes. Es muy probable que la
familia de Jesús mantuviera todavía relación con parientes cercanos que
vivían en el entorno de Jerusal . Los parientes de Jesús en Judea Si la
familia de Jesús practicaba una piedad tradicional y si no hacía
demasiado tiempo que sus antepasados había emigrado de Judea a Galilea,
es lícito suponer que iría con regularidad a Jerusalén para celebrar las
fiestas judías más importantes y que estos viajes servirían de ocasión
para mantener y alimentar su relación con posibles parientes y otras
familias amigas que habrían permanecido en la zona. Esta hipótesis
ayudaría a explicar las raíces de la tradición del nacimiento en Belén y
algunos otros datos bastante interesantes desde el punto de vista
histórico, como son el hecho de que Jesús tuviera bastantes conocidos y
seguidores en Jerusalén
(Mc 14, 3; 13; Jn 3,1-21; 11,1-2) y la función destacada de sus
familiares en la comunidad postpascual ubicada en esta misma ciudad (Hch
1, 14; 15, 13; 12, 2). Sobre Santiago, el hermano de Jesús, tenemos
también noticias de origen no cristiano que lo relacionan con Jerusalén.
El historiador judío Flavio Josefo señala su ejecución por parte de las
autoridades judías como la causa principal de la destitución del sumo
sacerdote Anano el joven (Antigüedades Judías 20.9.1). Anano había
aprovechado el vacío momentáneo que se produjo en Judea a la muerte del
procurador Festo para acusar a Santiago y ordenar su lapidación. A su
llegada a Jerusalén, el nuevo procurador Albino destituyó de forma
fulminante al sumo sacerdote.
Esta drástica intervención de Roma en los asuntos religiosos judíos sólo
se puede entender si Santiago era una persona muy conocida y respetada
en la ciudad, fuera incluso de los círculos estrictamente cristianos.
El libro de los Hechos y las referencias de Flavio Josefo presentan a
Santiago como un prototipo de judío observante que habría entendido la
fe mesiánica en Jesús como cumplimiento de esperanzas propiamente
judías. Esta imagen confirma, por tanto, la hipótesis esbozada en el
punto 4.1 según la cual la familia deJesús tendría una orientación
religiosa marcadamente tradicional. Esto ayuda, a su vez, a entender
mejor la relación conflictiva de Jesús con la institución familiar en
general y con sus parientes en particular, la cual está ampliamente
atestiguada en los evangelios (Mc 3, 20-21; 31-35; Lc 9, 59-62; 12,
49-53; 14, 26). Los parientes de Jesús en Judea Los evangelios
mencionan algunas veces a los hermanos de Jesús (Mc 3,31-35; 6,1-6a).
Estas referencias parecen estar en contradicción con la afirmación de la
virginidad de María. Sobre el parentesco de Jesús con los hermanos que
menciona Marcos y los otros sinópticos se ha discutido mucho y
constituye un tema de debate entre diversas confesiones cristianas. Ya
en la iglesia antigua existían tres interpretaciones distintas del
parentesco que unía a Jesús con ""sus hermanos"". Algunos, como Hegesipo
o Tertuliano, no tenían ninguna dificultad en considerar a Santiago,
Judas y a los demás como hermanos carnales de Jesús, hijos de José y de
María. Otros, como Epifanio sostenían que eran verdaderos hermanos de
Jesús, nacidos en un matrimonio anterior de José, con lo cual quedaba a
salvo la virginidad de María. Finalmente, Jerónimo y muchos después de
él afirmaron que estos hermanos eran en realidad primos de Jesús. Pero
esto fue ya en el siglo IV d. C. La clave está en la interpretación de
la palabra ""adelfos"" que en griego significa ""hermano"". Los
orientales utilizaban entonces y utilizan todavía hoy mucho esta palabra
para referirse a las personas con las que tienen una cierta relación.
Así la utilizaron también los primeros cristianos, que se llamaban unos a
otros hermanos. Sin embargo no se ha podido documentar la utilización
de este término para referirse a los parientes. Más aún, entre los
términos de parentesco, que eran muy precisos, hay uno, ""anepsios"",
que significa ""primo"" y que Hegesipo utiliza para referirse a los
""primos de Jesús"". Esto indicaría que el término se usa en el sentido
de ""hermanos"" y no de ""parientes"". Ahora bien, en la sociedad
mediterránea del siglo I, que era patrilineal, el único requisito para
que dos personas pudieran considerarse hermanos era que tuvieran el
mismo padre. De hecho los hijos de una misma madre podían no ser
hermanos si habían nacido de distintos padres. Según esto, lo único que
afirmaría el evangelio cuando habla de los hermanos de Jesús es que
tenían el mismo padre. No existe, por tanto, contradicción con esta
afirmación y la de la virginidad de María, la madre de Jesús. 2. La
infancia de Jesús: los relatos de Mateo y Lucas Los relatos de la
infancia de Mateo y Lucas son contribuciones tardías al largo proceso a
través del cual se fue configurando la tradición evangélica. Los datos
tradicionales disponibles sobre esta etapa de la vida de Jesús eran muy
escasos, de forma que Mateo y Lucas tuvieron mucha más libertad de
composición en esta parte de sus obras que en el resto. Los relatos de
la infancia nos informan más sobre la cristología y la situación
comunitaria de las iglesias en las que se escribieron que sobre los
acontecimientos históricos del nacimiento de Jesús. Los relatos de la
infancia en la tradición evangélica Antes de leer los relatos de la
infancia nos será de gran utilidad situarlos en el marco global de la
tradición evangélica. Un dato significativo es que no todos los
evangelistas estuvieron interesados en transmitir estos recuerdos acerca
de Jesús. Sólo Mateo y Lucas sintieron la necesidad de reconstruir los
primeros años de su vida y añadieron estos breves relatos al resto de su
evangelio, cuyo esquema básico habían tomado de Marcos. Los primeros
cristianos fueron reuniendo los recuerdos sobre Jesús en tres etapas. En
la primera, el interés estaba centrado en los acontecimientos que
rodearon su pasión, muerte y resurrección. Leyendo los últimos capítulos
de los diversos evangelios, en los que se narran estos acontecimientos,
puede comprobarse que las diferencias entre ellos son muy poco
importantes; son diferencias de matices, pero lo sustancial es igual en
los cuatro evangelios. Más tarde, las comunidades cristianas sintieron
la necesidad de conservar fielmente todo lo que Jesús había hecho y
enseñado durante su ""vida pública"". La comparación entre los diversos
evangelios arroja aquí un balance algo distinto. Aquí las diferencias
son ya más importantes, sobre todo entre los tres primeros evangelios
(Mateo, Marcos y Lucas) y el de Juan. Sólo en un tercer momento surgió
entre los cristianos un vivo interés por recuperar los primeros años de
la vida de Jesús. Los evangelios de la infancia de Mateo y Lucas son un
ejemplo de este interés y constituyen el primer eslabón de una cadena
que se prolongará más tarde en una serie de evangelios apócrifos, cuyo
propósito fue recuperar los años ocultos de la vida de Jesús. En esta
tercera etapa de la tradición evangélica los puntos de coincidencia son
muy escasos. Si leemos atentamente Mt 1-2 y Lc 1-2 veremos que
efectivamente es muy poco lo que tienen en común, y que incluso existen
algunas discrepancias entre ellos. Notemos, por ejemplo, que mientras en
el relato de Lucas la protagonista es María, en el de Mateo es José
quien desempeña el papel principal. Tampoco están de acuerdo Mateo y
Lucas sobre la relación de Jesús y su familia con Belén y Nazaret. Lucas
parece dar a entender que la familia de Jesús era originaria de Nazaret
y que el nacimiento de Jesús en Belén se debió a una situación
coyuntural (un censo ordenado por los romanos). Por su parte, Mateo
parece presuponer que la familia de Jesús era originaria de Belén y que
su traslado a Nazaret fue debido al temor de que Arquelao continuara
teniendo hacia Jesús la misma actitud hostil que había tenido su padre
Herodes. Estas consideraciones nos hacen caer en la cuenta de que los
relatos de la infancia constituyen una porción muy especial de la
tradición evangélica, en la que los intereses de tipo histórico no eran
tan importantes como las motivaciones teológicas. Es muy probable que la
intención de los evangelistas aquí, más que en otros lugares de sus
evangelios, fuera mostrar en profundidad la identidad de aquel a quien
sus respectivas comunidades reconocían como Mesías y Señor de sus vidas.
Esto no significa necesariamente que Mateo y Lucas hayan compuesto sus
relatos de la infancia de Jesús sin ningún apoyo en la tradición.
Probablemente, las primeras comunidades cristianas guardaban preciosos
recuerdos acerca de los orígenes de Jesús y tanto Mateo como Lucas
pudieron haberlos conocido, pero eran noticias muy escasas. En cualquier
caso, los evangelistas al narrar la infancia de Jesús no tuvieron ese
interés histórico con que nosotros nos acercamos hoy a sus relatos.
Otro aspecto importante que hemos de tener en cuenta antes de leer estos
relatos es el hecho de que Mateo y Lucas escribieron sus evangelios
para unas comunidades cristianas concretas.
El propósito de los evangelistas -lo sabemos por el resto de sus
evangelios- no fue sólo reunir una serie de tradiciones acerca de Jesús,
sino animar a sus comunidades teniendo en cuenta los problemas
concretos con que se encontraban. El relato de la infancia de Jesús les
ofrecía una ocasión excelente para ello, pues en este punto las
tradiciones conservadas en las comunidades cristianas no estaban tan
firmemente fijadas y ello les permitía actuar con más libertad. Los
relatos de la infancia responden también a una pregunta que debía ser
contestada por cualquier biografía antigua: ¿Quiénes son los antepasados
del protagonista? Conocer los antepasados de una persona y la familia a
la que pertenece equivale a conocer a dicha persona en profundidad.
Esto es difícil de entender para nosotros que hemos nacido en una
cultura que valora al individuo por encima del grupo, pero en la cultura
mediterránea del siglo I era el grupo, especialmente el grupo de
parentesco, el que definía a la persona. No es extraño, por tanto, que a
muchos les resultara escandaloso el hecho de que Jesús perteneciera a
una familia sencilla, sin riqueza ni poder. En este contexto podemos
entender por qué Mateo y Lucas insisten tanto en la ascendencia de
Jesús. La intención de las genealogías es mostrar que tiene antepasados
dignos y que Dios ha previsto su nacimiento y su misión. También el
lugar de origen de una persona era importante entonces para conocer a
una persona. No existía tanta movilidad y el lugar donde se había nacido
influía mucho en la formación de la persona. Así, entre los judíos
Galilea era tradicionalmente un lugar de paganos, mientras que se
suponía que en Judea vivian los israelitas fieles a la ley. Sobre el
lugar de origen de Jesús corrían ya por entonces diversas opiniones.
Algunos pensaban que había nacido en Nazaret y esto era un obstáculo
para reconocerle como Mesías: ""Otros decían: Este es el Mesías.
Otros, por el contrario: ¿Acaso va a venir el Mesías de Galilea? ¿No
afirma la Escritura que el Mesías tiene que ser de la familia de David y
de su mismo pueblo, de Belén?"" (Jn 7,41-42. véase también Jn 1,45-46)
Relato de la infancia de Mateo a presentación que hace Mateo del origen
de Jesús refleja la importancia de determinadas cuestiones en la vida
de su comunidad. Así, el interés de mostrar que Jesús pertenece a la
estirpe de David y que nació en Belén, la ciudad de David, es reflejo de
la situación conflictiva de su comunidad en el contexto del judaísmo
contemporáneo. Este mismo interés le movió a relacionar los
acontecimientos de los primeros años de la vida de Jesús con profecías
del Antiguo Testamento, cuyos libros tenían una autoridad decisiva para
los judíos; quería mostrar a sus lectores que verdaderamente Jesús era
el Mesías esperado por Israel. La comunidad a la que se dirige Mateo ha
roto completamente con el grupo de los fariseos, que había llegado a ser
el grupo más fuerte dentro del judaísmo después de la destrucción del
templo. El rechazo de este grupo hacia la comunidad de Mateo está
representado en la actitud de Herodes y de los sacerdotes y maestros de
la ley de Jerusalén que persiguen a muerte a Jesús (véase Mt 2,1-12).
También en estos capítulos encontramos pistas para imaginar la
composición de la comunidad de Mateo. Algunos de sus miembros proceden
del judaísmo y es desde su fe judía como han descubierto en Jesús al
Mesías enviado por Dios. Este grupo está representado en la figura de
José, que escucha obedientemente las indicaciones de Dios, acoge a Jesús
y lo protege. Sin embargo, gran parte de la comunidad está compuesta
por cristianos no judíos. Este grupo está representado por los magos
que buscan incansablemente a Jesús. En su camino hacia él han tenido que
pasar a través de los judíos, depositarios de las Escrituras, pero al
final su perseverancia y su fe los ha conducido hasta Jesús. Es, pues,
una comunidad mixta en la que existen diversas maneras de vivir la fe en
Jesús. El evangelista quiere que ambos grupos se vean representados en
estos primeros episodios de la vida de Jesús y quiere mostrar que aunque
la acogida de ambos es distinta, lo que importa es haber llegado hasta
Jesús y haber descubierto en él al Mesías enviado por Dios. Vamos a
fijarnos ahora en los aspectos literarios más relevantes de este relato.
El estilo de Mt 1-2 es, en términos generales, semejante al del resto
del evangelio; sin embargo, estos dos capítulos poseen algunos rasgos
distintivos. En primer lugar llama la atención la cantidad de citas
bíblicas. Mateo recurre a ellas muchas veces en su evangelio, pero sólo
en once ocasiones lo hace introduciéndolas con la fórmula: Todo esto
sucedió para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor ... que
tiene por objeto subrayar el cumplimiento de las promesas de Dios en
Jesús. Pues bien, cinco de esas once ""citas de cumplimiento"" se
encuentran en estos dos primeros capítulos del evangelio (Mt 1,22-23;
2,5-6. 15. 17-18, 23). Otro aspecto llamativo es la mayor frecuencia de
intervenciones extraordinarias de Dios en esta parte de la obra en
comparación con el resto. Otra peculiaridad es el hecho de que el
evangelio comience con una lista de los antepasados de Jesús. Todos
estos detalles dan a Mt 1-2 un tono particular y nos invitan a buscar
una explicación en las formas de escribir propias de aquella época.
Comencemos por la lista de los antepasados de Jesús. Este tipo de listas
se conocen con el nombre de ""genealogías"" y es un género muy
utilizado en el Antiguo
Testamento (Gn 5;10;11; 1Cr 5,27-29). Mateo ha dividido la historia de
los antepasados de Jesús en tres etapas iguales, de catorce generaciones
cada una, separadas por dos momentos decisivos: el reinado de David y
la cautividad de Babilonia. Significativamente, se hace referencia a
cuatro mujeres: Tamar, Rajab, Rut y la mujer de Urías. Todas ellas
llegaron a ser madres de forma extraña. Tamar (Gn 38,1-30) urde un
engaño y engendra un hijo de su suegro Judá; Rajab (Jos 2,1-21) era una
prostituta de Jericó que colaboró en su conquista y se unió al pueblo de
Israel; Rut, de origen moabita, se convirtió en ""abuela"" de David
(Rut 1-4); y la mujer de Urías engendró de David a Salomón en un
contexto de homicidio y adulterio (2 Sm 11-12). De esta manera muestra
que el misterioso nacimiento de Jesús a través de María tiene su lógica
en la historia de la salvación. Las intervenciones divinas
extraordinarias a través de mensajeros, sueños o fenómenos cósmicos son
muy frecuentes en los relatos de la infancia de personajes importantes,
tanto en la literatura helenística como en la judía. Dentro de la
literatura judía tenemos un ejemplo en el relato de la infancia de
Moisés (Éxodo 1-2). Existen otros ejemplos en los que el nacimiento del
héroe está rodeado de circunstancias especiales y en los que dicho
nacimiento es anunciado de antemano por un mensajero divino (Gedeón: Jue
6; Sansón: Jue 13; Samuel: 1Sm 1-2). Sin embargo, es en los relatos de
la infancia como el de Moisés, donde encontramos las semejanzas más
claras con el relato de Mateo. En ellos distinguimos un esquema fijo con
los siguientes elementos: - Anuncio del nacimiento. Generalmente
rodeado de circunstancias extraordinarias. El nombre del que va a nacer
ocupa un lugar muy importante porque suele definir cuál será su misión.
- Amenazas. El nacimiento de estos personajes está rodeado de
circunstancias que amenazan su vida. - Intervención de Dios. Dios actúa
eficazmente para salvar al protagonista. - Signos extraordinarios. A
través de estas intervenciones se pone de manifiesto que el recién
nacido es un instrumento en las manos de Dios. Mateo ha utilizado
también un recurso literario muy frecuente en los comentarios judíos de
las Escrituras y que los expertos denominan ""midrash haggadico"" o
narrativo. Consiste en un desarrollo narrativo del texto bíblico
mediante el que se intenta explicar su contenido. El relato de Mt 1-2
tiene mucho de midrash haggadico, pues, en cada una de sus escenas se
cita un pasaje del Antiguo Testamento como clave para interpretar el
sentido de lo narrado: Episodio narrado en Mt 1-2
Texto del AT Anuncio del nacimiento de Jesús (Mt 1,18-25)
Is 7,14 Los magos buscan a Jesús (Mt 2,1-12)
Miq 5,1; 2Sm 5,2 Huida a Egipto (Mt 2,13-15)
Os 11,1 Matanza de los inocentes (Mt 2,16-18)
Jr 31,15 Regreso de Egipto (Mt 2,19-23)
Jue 13,15; Is 11,1 Mateo se ha servido de este procedimiento
literario invirtiendo, de alguna forma su sentido. Si en los comentarios
judíos el punto de partida es el texto bíblico, y el relato es sólo un
desarrollo ilustrativo del mismo, para Mateo, el punto de partida no son
las citas del Antiguo Testamento, sino la narración de la historia de
Jesús. Los textos de las Escrituras judías se interpretan desde Jesús y
no al revés. Esto significa que sólo en Jesús encuentran su plenitud las
promesas que Dios había hecho a su pueblo. Relato de la infancia de
Lucas El relato de la infancia de Lucas se asemeja, incluso más que el
de Mateo, a los capítulos introductorios de las biografías helenísticas
de personajes ilustres, lo cual es coherente con el contexto pagano en
el que la mayoría de los estudiosos sitúan al evangelista y a su
comunidad. Son bastantes los exegetas que consideran Lc 1-2 como una
sección añadida por el propio autor a una versión inicial de su obra,
que habría comenzado en 3,1 con la predicación de Juan Bautista. Es
significativo a este respecto que la genealogía de Jesús esté colocada
precisamente después de su bautismo, como si ése fuera el momento idóneo
para explicar que su elección divina, manifestada a través de las
palabras del Espíritu, tiene su origen en un proyecto de Dios que se
remonta a la misma creación del hombre. Es importante constatar que la
genealogía de Lucas es muy distinta de la de Mateo, siendo la presencia
de David el único eslabón claramente común a ambas. El sentido del
recorrido lucano, que parte de Jesús para retrotraerse hasta Adán y el
mismo Dios, es también inverso al del primer evangelista. Probablemente,
lo que Lucas quiere subrayar con este procedimiento es el carácter
universal del acontecimiento salvífico actualizado en Jesús. El relato
lucano de la infancia refleja una visión idealizada y casi mítica de los
orígenes judíos de Jesús; visión que corresponde perfectamente a la
perspectiva con la que debía contemplar esos acontecimientos una
comunidad cristiana de la segunda generación, distante de Palestina
tanto en el espacio como en la cultura. Al contrario de lo que vimos en
Mt 1-2, no hay en estos primeros capítulos del evangelio de Lucas
rastro alguno de conflicto con el judaísmo. Todos los personajes que
intervienen (Zacarías, Isabel, Simeón, Ana, los padres de Jesús) son
israelitas piadosos que se mueven en torno al Templo y cuya fe judía les
ha preparado para poder reconocer la intervención salvadora de Dios en
los acontecimientos que presencian. El propio Jesús manifiesta ya a los
doce años un profundo conocimiento de la Escritura y un amor especial
por el Templo, que considera el lugar adecuado para ocuparse de las
cosas de su Padre (Lc 2, 41-52). También se refleja en estos capítulos
una actitud de concordia respecto al mundo pagano en general y respecto a
las autoridades romanas en particular. José y María son presentados
como súbditos obedientes del Imperio que acuden con presteza a su lugar
de origen, Belén, para inscribirse en el censo (Lc 2, 1-2). Los ángeles
que visitan a los pastores les anuncian la paz para todos los hombres
(Lc 2, 13-14). En el relato de Lucas María aparece como la verdadera
protagonista humana de todo cuanto acontece en relación con el
nacimiento de Jesús, mientras que José tiene un papel totalmente
secundario. Ella es quien recibe el anuncio del ángel y quien da su
consentimiento para convertirse en madre. Significativamente, es
presentada como pariente de Isabel quien, a su vez, es descendiente de
Aarón. Se sugiere, así, que Jesús está relacionado por línea materna con
la estirpe de los sumos sacerdotes de Israel; otra muestra del aprecio
que Lucas siente por los orígenes judíos del cristianismo. Otro rasgo
original y teológicamente significativo de Lc 1-2 es que combina y
articula a modo de díptico las narraciones sobre los orígenes de Jesús y
Juan el Bautista. De esta forma introduce ya su particular visión de la
historia de la salvación, que irá desarrollando paulatinamente a lo
largo de los dos libros que componen su obra – el Evangelio y el libro
de los Hechos de los Apóstoles. En dicha visión Juan aparece como el
precursor de Jesús, quien es, a su vez, el centro de esa historia. Si
leemos con atención toda la obra lucana podremos comprobar que su
verdadero protagonista no es una persona, sino el Espíritu, él es quien
posee al propio Jesús y guía los pasos de Pedro y Pablo en su labor
difusora del evangelio. Pues bien, el relato de la infancia menciona la
acción del Espíritu en seis ocasiones (1,15.35.41.67; 2, 25.26) y se
refiere a los efectos tradicionalmente atribuidos al mismo (alabanzas,
palabras proféticas) en otras siete. De este modo el evangelista informa
al lector desde el principio acerca del tipo de historia que tiene ante
sus ojos y le da la clave fundamental de su interpretación. Finalmente,
unas palabras sobre las posibles fuentes utilizadas por Lucas en estos
dos capítulos. La mayoría de los exegetas señalan la diferencia de
género y tono entre las narraciones propiamente dichas y los tres himnos
que se insertan en ellas, puestos en boca de distintos personajes (1,
46-55; 67-79; 29-33). La temática y tono de estos himnos sugiere un
contexto cultural judío fuertemente impregnado de esperanzas mesiánicas.
Lo más probable es que sean creaciones de alguna comunidad
judeocristiana muy primitiva, quizás la comunidad de Jerusalén, o,
incluso, refundiciones cristianas de himnos judíos. Lucas mismo podría
haber sido el responsable de su transformación final Fecha y lugar de
nacimiento de Jesús Hoy creemos que la fecha tradicionalmente asignada
al nacimiento de Jesús según el calendario imperial romano es errónea.
Jesús habría nacido entre cuatro y siete años antes de lo supuesto. El
lugar más probable de su nacimiento es Nazaret, pero las tradiciones que
señalan a Belén podrían basarse en datos auténticos relativos a los
orígenes de su familia. La concepción virginal de Jesús es uno de los
pocos elementos comunes a los relatos de la infancia de Mateo y Lucas.
Para comprender su significado conviene situarlo en el contexto
religioso y literario de la época Fecha stamos acostumbrados a
determinar las fechas tomando como punto de origen un supuesto momento
cero en el que, según creíamos hasta hace poco, habría nacido Jesús.
Evidentemente, los contemporáneos de Jesús contaban los días y los años
según otros calendarios, que solían tomar como referencia los comienzos
de los reinados de los distintos emperadores. El calendario que
nosotros utilizamos fue establecido en el siglo VI por un monje llamado
Dionisio el Exiguo, quien calculó la fecha de la encarnación a partir de
interpretaciones inexactas de dos indicaciones temporales dadas por
Lucas en su evangelio (Lc 3,1.23). El resultado de estos cálculos sitúa
el nacimiento de Jesús cuatro años después de la muerte de Herodes el
grande, lo cual contradice la información aportada por Mt 2. Hoy día,
la mayoría de los estudiosos creen que la asociación cronológica entre
el nacimiento de Jesús y los últimos años de la vida de este rey es un
dato más fiable que las hipótesis interpretativas de Dionisio, por lo
que prefieren retrasar entre 4 y 7 años la fecha del primer
acontecimiento. Desgraciadamente los otros datos temporales de los que
disponemos no permiten hacer mayores precisiones. Los historiadores han
sido incapaces de determinar a qué censo se refiere Lucas en 2,1-2, y el
conocimiento disponible acerca de la duración del mandato de Pilato o
del sumo sacerdocio de Caifás nos deja con el mismo grado de
imprecisión. Teniendo en cuenta que ya no podemos afirmar que Jesús
nació al comienzo del ano 1 después de Cristo, muchos autores han optado
por sustituir las expresiones “antes de Cristo” (a.C.) y “después de
Cristo” (d.C.) por “antes de la era común” y “en la era común”,
resumidas en las siglas AEC y EC. La era común es, evidentemente, la que
empieza en el punto cero del calendario de Dionisio, al cual, a estas
alturas de la historia, nos sería ya muy difícil renunciar. Lugar
Excepto los relatos de la infancia de Mateo y Lucas, todos los demás
datos disponible acerca del lugar de origen de Jesús apuntan a Galilea;
algunos de ellos precisan más y señalan Nazaret (Mc 1, 9. 24; 10, 47;
14, 67; 16, 6; Jn 1, 45.46; 18, 5.6; 19, 19). De hecho, “Jesús de
Nazaret” parece haber sido el apelativo por el que Jesús era más
conocido entre la gente. La única alternativa a Nazaret es Belén, lugar
donde según Mateo y Lucas nació Jesús aunque luego, todavía niño, se
trasladara con sus padres a Nazaret. Teniendo en cuenta que Jesús será
proclamado por los cristianos como Mesías y que este título se asociaba
normalmente a la ascendencia davídica, no es raro que la iglesia
primitiva tuviera interés en hacer nacer a Jesús en Belén, la patria del
rey David. Al contrario de lo que ocurre con Belén, Nazaret no motiva
ninguna sospecha, pues es una aldea totalmente desconocida en los
documentos antiguos anteriores al Cristianismo. Debía ser un lugar
insignificante y, a juzgar por Jn 1, 46, de no muy buena reputación.
Sin embargo, hay motivos para creer que el dato del nacimiento en Belén,
en el cual coinciden los dos relatos de la infancia, podría ser una
elaboración tradicional y probablemente interesada de otro dato
distinto, pero relacionado con la ascendencia de Jesús. Sabemos, en
efecto, que durante el siglo I AEC., los reyes Hasmoneos promovieron la
colonización de la recién conquistada Galilea con familias judías
(véase Tema 2). Puesto que todos los nombres conocidos de familiares de
Jesús son típicamente judíos, no parece inadecuado pensar que pudieran
ser originarios de algún lugar de Judea y, en ese caso, ¿por qué no
Belén. . La familia de Jesú Los primeros escritos cristianos mencionan
los nombres de los padres de Jesús y de algunos de sus hermanos. El
carácter judío y tradicional de estos nombres sirve para afirmar las
raíces judías de su familia. La mayor parte de las familias judías
contemporáneas de Jesús que vivían en Galilea habían emigrado a esa
región desde Judea dos o tres generaciones antes. Es muy probable que la
familia de Jesús mantuviera todavía relación con parientes cercanos que
vivían en el entorno de Jerusalén.
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